El pasado octubre pasé casi unas 24 horas -repartidas en dos jornadas- en Lima, escala obligada a mi destino final que era asistir a Conecta Cusco. En tan breve lapso me dio tiempo de comprobar aquello que dicen que en Perú se come bien en cualquier lugar al que vayas, y me traje tres ejemplos:
Mi buen amigo Daniel Vega me llevó en plan comité de bienvenida al conocido como El Bigote, (en realidad El Rincón de Bigote) un restaurante semi-callejero (por lo que se ve, el local estaba originalmente en una casa y al crecer la clientela tuvieron que adaptar el garage como terraza) que sirve comida limeña, especializado en cebiches y otras cosas del mar. Hay cola y sistema de fichas para que nadie se cuele. No hay glamour, la concurrencia son oficinistas de empresas circundantes, pero sobre todo se come MUY BIEN: Cebiche, conchas negras, y pescados espectaculares.
Hay a quienes más que un lugar auténtico en un barrio cualquiera les gustan más los enclaves espectaculares. Para esto mejor el restaurante Popular, situado en un mirador sobre el acantilado frente al mar, vistas privilegiadas y platos peruanos tradicional con el añadido de la localización. Hay que decir que el Popular está en el centro comercial Larcomar, un mall que bien podría estar en Miami o en Santa Fé.
Por último la comida contrarreloj: a la vuelta de Cusco, Rafael Rosal, Juan Freire y un servidor nos esperaba una escala de unas cinco horas antes de volar a Madrid, por lo que teníamos que acercarnos a Lima para despedirnos de Perú con honores. El taxista que nos llevó hasta la Punta, la zona portuaria del Callao, no cejó en su intento de disuadirnos de ir hasta allá, por peligroso -según el mismo- y lejano. La experiencia del Challwa (pescado en Quechua) se cuenta mejor en el siguiente video de Manchamanteles.tv: